Cuando un ejecutivo de marketing habla con alguien que no es del sector, se da cuenta de que la mayoría de la gente tiende a entender el marketing como un sinónimo de publicidad. Pero nada más lejos de la realidad… La publicidad es tan sólo una pequeña palanca del marketing.
Otra parte fundamental del marketing es el producto y su packaging, y sino que se lo cuenten a la gente de Dutch Boy, que logró impulsar las ventas cambiando el packaging de sus productos.
Su departamento de marketing se preguntó por qué todos los botes de pintura habían sido siempre iguales: igual de incómodos, igual de sucios, tan difíciles de abrir, la dificultad que presentaban para verter la pintura, nunca cerraban bien, etc.
Los ejecutivos de su departamento de marketing se dieron cuenta de que realmente no había un por qué, sino que todas las marcas distribuían su producto en esos botes porque algún día alguien había empezado a hacerlo así y el resto había seguido su ejemplo.
Así fue, como después de esta reflexión, en el año 2002 decidieron trabajar en un nuevo packaging que fuese más limpio, más fácil para verter la pintura, más fácil de cerrar y de transportar. Su innovación consistió en crear un nuevo envase de plástico con tapa a rosca, asa lateral y pico vertedor.
De repente los compradores de este tipo de productos percibieron como alguna marca se preocupaba por las necesidades de sus clientes proporcionándoles facilidades: ya no necesitaban un destornillador para abrir el bote de pintura, ni tampoco había goteos ni derrames de pintura.
La consecuencia de esta innovación fue de lo más exitosa: se dispararon sus ventas, y no sólo eso, sino que pudieron incrementar el precio de venta del producto al vender algo innovador con lo que no contaba la competencia. En apenas 6 meses Dutch Boy triplicó sus ventas.
Un fantástico ejemplo de que la clave del marketing no siempre es elaborar la mejor publicidad, sino que a veces hay que trabajar sobre los productos atendiendo a las peticiones y necesidades de nuestros clientes.
